"El destino del genio es ser un incomprendido, pero no todo incomprendido es un genio"

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lunes, 24 de diciembre de 2012

LA GRAN HISTORIA DE CARLOS, UN HABLADOR NATO



Desde el día de su nacimiento Carlos fue, sin ninguna duda, un hablador nato.
A muy temprana edad pronunció su primera palabra: “Mejunge”, y cada nuevo día más palabras decía: “Cajero”, “Cartabón”, “Estupefaciente”, “Profiláptico”…
No tardó Carlos en inventar su primera vocablo, que tiempo después fue aceptado por la Real Academia de la lengua Española: “Acagreo” fue el recién nacido.
Expertos logopedas venidos de todo el mundo para estudiar su caso no podían calificar su progresión de otra forma que de sobrehumana.
Palabras y palabras que salían de su boca, articuladas por sus prodigiosas cuerdas vocales. Horas y horas de habladurías pobladas de los más novedosos y complejos términos.
Con el tiempo, poco a poco, Carlos fue juntando más y más unas palabras con otras como medida para ahorrar tiempo e invertirlo su particular afición. Las unió hasta llegar el momento en el que éstas eran prolongaciones unas de otras que hacía harto complicada la comprensión del discurso, solo interrumpido por cortos y espaciados descansos para tomar aire.
Pero Carlos no se detuvo aquí. Su empuje y voluntad hicieron que al no poder acelerar más la retahíla de palabras, comenzara  a fusionar unas con otras dejándolas a medio decir. Si quería decir: “Coche azul”; Carlos decía: “Cochazul”. Si quería decir: “Apoyabrazos”; Carlos decía: “Apoyazos”. Esto creaba constantes momentos de gran confusión por parte de los oyentes que además nunca eran resueltos, pues Carlos nunca se detenía en su discurso vitalicio.
Al fin, a la edad de quince años, como varios psicólogos  habían pronosticado con anterioridad, Carlos empezó a darse cuenta de que el resto de personas lentamente dejaban de prestarle atención, cosa que provocó su enfado y rechazo. El pequeño voceaba palabras de odio entrecruzadas en una masa de fonemas afilados jamás comprendida en su gran mayoría por sus pobres receptores. Esta cadena cada vez se asemejaba más a un murmullo sin sentido con una o dos sílabas de cada palabra, que fue desembocando en una especie de grito de furia que engrosaba todas las venas, especialmente la yugular y las de la sien de Carlos.
Un seis de Agosto, como tristemente era de esperar, Carlos decidió suprimir los espacios reservados para respirar. Tras años de ensayo, nuestro protagonista había desarrollado una increíble capacidad pulmonar, que permitió que, tras su último respiro, a las seis horas, treinta y un minutos y veintitrés segundos de aquel mismo día, Carlos aguantara exactamente setenta y cinco segundos. Después se desplomó muerto, y la vida de todos aquellos que convivieron con él nunca volvió a ser la misma, acompañada por un profundo vacío que sus tímpanos jamás volvieron a llenar.

sábado, 14 de abril de 2012

ARTE


Grita, grita y que hasta en el infierno se palpe tu rabia, que tu voz retumbe por las magmáticas paredes rojas de la casa del Demonio, que se rompan los cristales de ventanas y vidrieras. Haz que tu mensaje que grabado a fuego en la piel de todo inocente espectador, en la retina del que sabe de lo que hablas y en el corazón del que ya lo ha sufrido en sus carnes. Que todos ellos lloren por la irracional infamia que se amordaza en sus mentes. Haz que el silencio tras el aleccionamiento sea el más cargado de sentido jamás no escuchado. Haz que nada jamás pueda borrar tu historia de sus recuerdos.

martes, 3 de abril de 2012

La ruleta rusa

Una habitación cuadrada, pequeña y oscura. En el centro hay dos hombres, uno atado y arrodillado, el otro justo en frente, de pie, sosteniendo un revólver en la mano.
El arrodillado, cabizbajo, miraba algún punto indistinto del suelo donde su cuerpo, de no ser por un milagro, caería sin vida poco tiempo después.

sábado, 31 de marzo de 2012

Sombras y ceniza

Yo estaba en el cuarto de baño de mi habitación justo antes de que todo empezara, o más bien terminara, mejor aún, en mi opinión podría describirse de dos formas, el comienzo del final, o el final de un nuevo comienzo.
De cualquier forma volvamos a mi historia. Yo estaba acurrucado en el suelo del baño, frente a mi radiador eléctrico. Me gustaba hacerlo, el calor me envolvía, dejándose notar por cada poro de mi piel y podía sentir como si estuviera metido en una cálida bañera, en esos fríos días de invierno, cuando al fin llegaba a casa helado, tiritando, y me daba un baño caliente. Un escalofrío recorría mi espalda y soñaba con quedarme allí para siempre. Pensaba en cualquier cosa, desde los deberes que tenía que hacer seguidamente, hasta en la chica que me gustaba. Así pasaron más de cinco apacibles minutos, a partir de este instante,  el mundo se deshizo a goterones.

jueves, 29 de marzo de 2012

La persecución


Me están persiguiendo, las fuerzas empiezan a abandonarme, no hay problema, me repito constantemente, la adrenalina es el mejor de los dopajes cuando de correr se trata. Sólo unos pocos metros me separan de mi verdugo. Al principio me gritaba que me detuviese, pero la carrera ha hecho su efecto y ahora prefiere ahorrarse ese esfuerzo para cuando me alcance.     –Tranquilo– le diría si pudiera– No falta mucho ya para que me dé por vencido, por más adrenalina que me empuje.

La mayoría de la gente piensa que una persecución a carrera es cómo en las películas, es decir, con una duración de cómo máximo dos o tres minutos, y un sinfín de acrobacias tales como correr sobre los coches, saltar muros de cemento y verjas de metal, todas esas cosas. Pobres ingenuos. Cuando te persiguen no piensas en que el público te aplauda o admire por tu habilidad, lo único que quieres es escapar.

Una noche como otra cualquiera

 No es una noche especial o distinta, el cielo no es más negro ni el aire más denso. Es una noche cualquiera.
 
Mis padres han salido y estoy solo en casa, estudiando en mi habitación de la segunda planta. No consigo concentrarme, por más que lo intento algún pensamiento perdido siempre halla la forma de colarse en mi cabeza. Suspiro. Miro al techo. No puedo, simplemente soy incapaz de centrarme.
Suena algo en la primera planta, un crujido. No le doy importancia, en mi casa ese tipo de ruidos son habituales, provocados bien por el ajuste del parqué, la barandilla de madera o por los perros. Tengo dos perras pequeñas que nunca se están quietas. Ahora escucho como si algo hubiera chocado contra la puerta principal. Serán mis padres, tenían que llegar de un momento a otro. Pasan los segundos pero nadie entra en la casa, que raro.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Bendita ignorancia

Cada nueva letra cruzaba el cielo, atravesaba las nubes y los aviones, la troposfera, la Estratosfera. Seguía su camino abriendo nuevos agujeros en la capa de ozono. Rápidas como un rayo,  delicadas como una caricia. Subían más y más, aunque bien podrían estar bajando, o si no que alguien le explique al universo donde está el suelo y donde el cielo, llegando a lugares desconocidos para los hombres, trayendo consigo sus sinceros cantos terrenales:
Los pajarillos cantan
las nubes se levantan
que sí, que no
Que caiga un chaparrón…”
Se producen convulsiones en mi interior, ¡oh! Cuantos recuerdos de aquellos lugares, de aquellos parques y toboganes. Qué lejos me siento ahora de la Tierra, que lejos de los cubos y palas de playa. Quedan ya muy atrás los superhéroes de plástico y con etiqueta. Nuevos parajes constituyen mi mundo, mi realidad, sólo de vez en cuando puedo volver la mirada atrás y distraerme con cualquier estupidez, ¿o es que no son esos los momentos de mayor felicidad que podemos llegar a experimentar?
Bendita ignorancia, llévame pronto.
L J Salamanca.